sábado, 25 de marzo de 2017

La caída de la casa Usher: el Poe más Expresionista

Hace poco comentaba como los "Felices años 20" fueron una década clave en la historia del cine. Durante estos años, el cine comienza a desarrollar su lenguaje y alrededor del mundo van apareciendo diferentes escuelas, estilos y géneros que hacen evolucionar al séptimo arte de manera vertiginosa. El Expresionismo Alemán, con referentes como F.W. Murnau, Fritz Lang o Robert Wiene supuso un paso de gigante en la industria cinematográfica: este movimiento tuvo su momento de esplendor entre 1919 y 1925; durante estos años, los directos comienzan a experimentan con la luz, los decorados y las técnicas de montaje.

Mientras que en Estados Unidos G.W. Griffith realizaba películas que partían del espectáculo para satisfacer a las masas, los expresionistas utilizaron otros temas para dar vida a sus obras, por ejemplo los espectros, los fantasmas o los seres sobrenaturales u oníricos. Pero mientras tanto ¿Qué estaba pasando durante estos años en Francia, país donde nació el cinematógrafo? ¿Como influyó el recién citado Expresionismo Alemán a los directores franceses?






Con la llegada de las Vanguardias, movimiento cuyo fin era experimentar  y "jugar" con las artes, aparece en Francia un director clave en la historia del cine: Louis Delluc. Este cineasta pertenece a la llamada Escuela Impresionista Francesa, una generación de directores cuyo objetivo era experimentar con el cine con el fin de hacer algo nuevo, alejado de las películas de masas de Griffith como Intolerancia o El nacimiento de una nación.

Con solo siete películas en su haber, Delluc sentó las bases de la escuela impresionista francesa, especialmente en su película La mujer de ninguna parte, film de una hora de duración en el que una mujer, que ha abandonado su vida burguesa para seguir a su amante, regresa a su suntuosa casa, en la que recordará como era su vida pasada rodeada de lujos. Si por algo destaca La mujer de ninguna parte, es por su capacidad de presentar personajes con cierta carga psicológica y compleja; no personajes planos o simples, como los que presentaba Griffith en sus películas.



Delluc dejó un amplio legado: habiendo sentado las bases del impresionismo, cuatro fueron los directores que recogieron el testigo e hicieron evolucionar las bases previamente establecidas por Delluc: Abel Gance, Germaine Dulac, Marcel L'herbier y Jean Epstein. De este equipo de impresionistas quiero detenerme en Jean Epstein, director que trabajó con el español Luis Buñuel en la que está considerada su obra más importante: La caída de la casa Usher. 

Esta película de una hora de duración está basada en el relato de terror del escritor Norteamericano Edgar Allan Poe: The fall of the house of Usher. De manera libre y tomándose varias licencias para cambiar la historia de Poe, Epstein nos cuenta la historia de un hombre que una noche lúgubre va a visitar a un amigo a su lujoso castillo, la casa Usher. A su llegada, el protagonista se da cuenta de que la esposa de su amigo, la hermosa Madelaine, está cada vez más débil y terriblemente enferma. Poco a poco, el protagonista de esta historia se irá dando cuenta de que la enfermedad de Madelaine está relacionada con un retrato que su marido le está pintando de manera obsesiva.

Con muchas reminiscencias de El retrato de Dorian Gray del escritor irlandés Oscar WildeEpstein dirigió La caída de la casa Usher en 1928, año en el que los maestros expresionistas de Alemania ya habían estrenado sus grandes obras maestras, por ejemplo El Gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) o Metropolis (Fritz Lang, 1927). De esta forma, es curioso ver como un director del movimiento impresionista francés, se aparta de estos cánones para desarrollar una película puramente Expresionista.



En La caída de la casa Usher, Epstein trata temas propios del Expresionismo: fantasmas, seres sobrenaturales, presencias oníricas o la vida más allá de la muerte. En cuanto a su técnica, el director da mucha importancia al juego de sombras, provocadas por los grandes candelabros sacados de cualquier relato de literatura gótica del siglo XIX. Las formas, las sombras y en definitiva la iluminación, perfilan una película expresionista realizada por un director de la escuela impresionista francesa.

Sin embargo, La caída de la casa Usher tiene varios detalles impresionistas que no pasan desapercibidos, por ejemplo el uso de metáforas en los planos detalle de las velas goteando cera, mientras la vida de Madelaine se extingue, una alegoría clara de que la vida se va consumiendo como se consume poco a poco una vela. El paso del tiempo es otro tema recurrente en Epstein y se pone de manifiesto en esta película, pues los muchos planos de un péndulo van poco a poco guiando a los personajes que se van precipitando hacia el clímax final e inevitable de la película.

La caída de la casa Usher se perfila como un experimento que mezcla algunos de los elementos impresionistas y expresionistas más paradigmáticos, dando como resultado una interesante película de atmósfera gótica, siniestra y oscura que pone de manifiesto la maestría de los maestros franceses en general y de Jean Epstein en particular.

Lo mejor: Su atmósfera, una mezcla de dos de los movimientos más importantes de la historia del cine.

Lo peor: Como muchas películas de cine mudo, en algunos momentos las acciones pueden resultar algo lentas.

Nota: 7,5











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