viernes, 17 de febrero de 2017

El retorno nada silencioso de Scorsese

El maestro Martin Scorsese regresa con Silencio, basada en la novela del escritor japonés Shusaku Endo. El legendario director, deja de lado algunos sus temas preferidos como los gángsters y la mafia para centrarse ahora en el Japón medieval del siglo XVII y contar  la aventura física y espiritual de un misionero Jesuita en la búsqueda de su maestro.

Hablar de Martin Scorsese es hablar de uno de los directores más reconocidos del panorama cinematográfico actual, un cineasta del que Leonardo DiCaprio, uno de sus actores fetiche, ha afirmado “vive y respira cine”. Con una larga carrera a sus espaldas, Scorsese ha dirigido más de una veintena de películas, entre las que destacan algunas de las joyas más reconocidas y valoradas del cine americano como Taxi Driver, Uno de los Nuestros o Casino





Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años desde que despegó su carrera allá por los años setenta, hasta que en el año 2006, la academia de Hollywood reconoció con el Oscar su trayectoria gracias al film Infiltrados, un remake de la película asiática Infernal Affairs. Con Silencio, Scorsese se renueva, llevando a la pantalla un proyecto que tenía en la recámara desde hacía veinte años; Una renovación que le sienta bien al maestro, dando lugar a un dilatado viaje espiritual de dos horas y cuarenta minutos de duración. 

En Silencio, Scorsese deja de lado la mafia y los dobles agentes, para contar la odisea del Padre Sebastian Rodrigues, encarnado por Andrew Garfield, que inicia  un viaje que le llevara al Japón medieval con el objetivo de encontrar a su mentor, el padre Ferreira, que ha renunciado a su fe. A su llegada al país del sol naciente, encontrará una tierra oscura, lluviosa, lúgubre, una tierra en la que el cristianismo se profesa en la clandestinidad y sus fieles son castigados con la muerte.



Desde el punto de vista técnico, la película deslumbra en todos los sentidos, pues más sabe el diablo por viejo que por diablo, o en este caso, Martin Scorsese. Una historia carente de uno de los  elementos por excelencia que guían la acción y al espectador: la música no diegética. En su lugar, se nos cuenta el viaje del Padre Rodrigues de una manera objetiva, en la que el espectador debe experimentar unas u otras sensaciones en su justa medida, pero sobre todo, sin exageraciones, poniendo énfasis en ese silencio que da nombre a la película.

La recreación del Japón medieval, el diseño de vestuario y los decorados son algunos de los elementos que dotan de grandiosidad a la película, todo ello complementado con unas poderosas actuaciones de Andrew Garfield y Adam Driver acompañados de un fugaz, pero memorable, Liam Neeson. Por su parte, los actores nipones (aunque no todos) rompen el manido cliché de que los orientales resultan inexpresivos ante las cámaras y nos brindan unas actuaciones correctas, que ayudan al espectador a comprender la persecución hacia los cristianos en Oriente durante el Siglo XVII. De este elenco de actores orientales, destaca la presencia del director Tsukamoto Shinya, autor de películas tan bizarras como la ciber punk  Iron-Man Tetsuo o la joya oculta que es Gemini. 



Silencio desborda pasión por el cine, esa pasión que pone Scorsese en cada uno de sus proyectos y que da lugar a profundas reflexiones por parte de los espectadores. Reflexiones , que en este caso, versan sobre los límites de la fe y hasta donde debemos llegar hasta alcanzar nuestros objetivos vitales y personales. 

Si bien Silencio es una película monumental e inmensa , es también una película que no resulta accesible para todos los paladares dada su extensa duración; una película en la que algunas situaciones resultan algo extrañas, como el sorprendente dominio por parte de los japoneses del siglo XVII de la lengua de Shakespeare o dos misioneros Portugueses hablando en inglés. No obstante, Silencio supone otra vuelta de tuerca en la carrera de Scorsese, un giro asombroso, firme y nada silencioso.

Lo mejor: Vuelve el Scorsese más espiritual. El director deja claro en esta película que domina la dirección y se siente cómodo en registros tan personales y espirituales como Silencio

Lo peor: Que quizás un amplio sector del público se la vaya a perder por su excesiva duración.

Nota: 8


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