martes, 9 de mayo de 2017

Déjame salir: el racismo en su lado más terrorífico

El racismo es sin duda uno de los temas más recurrentes y explotados en Hollywood y en el cine americano. Películas como Selma, El Mayordomo, Criadas y Señoras, Crash, la oscarizada 12 años de esclavitud o el western Tarantiniano Django Desencadenado han tratado este tema desde una perspectiva u otra, pero siempre poniendo de manifiesto las fuertes desigualdades que se han producido en Estados Unidos entre blancos y negros a lo largo de la historia. 

El director Jordan Peele dirige y escribe Déjame Salir (Get Out) un film que reflexiona sobre el racismo desde la perspectiva del Thriller con tintes terror, una perspectiva que introduce cierta novedad en el tema y escapa de los tópicos históricos que han marcado el resto de películas anteriores sobre este tema tan manido. 




Déjame Salir narra la historia de Chris (Daniel Kaluuya), un joven afroamericano que va de visita junto con su novia blanca a la casa de campo de sus padres. Durante el fin de semana, Chris detectará que los padres y los familiares de su novia mantienen su atención puesta en él de manera enfermiza y obsesiva, lo que le llevará a pensar, que las intenciones hacía él son muy distintas a las que espera. 

La clave del éxito que aplica Jordan Peele en Déjame Salir reside en saber usar las diferencias aún existentes entre blancos y negros, conjugándolas con rasgos y tópicos propios del cine terror y el thriller. Tratar el racismo en Estados Unidos desde el punto de vista histórico, narrando hechos clave en su historia como el mítico discurso de Martin Luther King de agosto de 1963, resulta clave para entender las raíces del problema y sus consecuencias en la sociedad pasado y presente. Sin embargo, resulta aún más interesante tratar dicho tema utilizando de manera inteligente el género de terror, un género que sirve para profundizar de manera explícita en temas tabú o prohibidos.



Aunque la película no está exenta de ciertos tópicos demasiado trillados en el cine en general y el género de terror en particular (la escena en la que los protagonistas atropellan un ciervo se ha visto ya demasiadas veces) Déjame Salir consigue crear una atmósfera paranoide tanto en Chris, el protagonista con el que es fácil identificarse, como en los espectadores; pues la pesadilla en la que se ve inmerso este joven afroamericano se contagia de manera fácil y efectiva al público que está deseoso de seguir consumiendo este caramelo envenenado que nos propone Jordan Peele. 

En los géneros de terror y el thriller, la construcción de tensión en cada secuencia se traduce en una de las claves para que la película sea efectiva y produzca en los espectadores las reacciones deseadas. En el caso de Déjame Salir, la música de Michael Abels ayuda a contar esta historia, ayudando a construir la atmósfera paranoica deseada, una música plagada de violines rasgados que recuerdan irremediablemente a la obra maestra de Hitchcock, Psicosis



La acción de Déjame Salir tiene lugar un mismo espacio durante casi todo el largometraje, la casa de campo de la familia Armitage. Desde el principio de la película, es un hecho que esta casa guarda oscuros secretos que se irán desvelando durante el transcurso de la película. Dicha técnica ya se ha usado en otras películas de terror como Martyrs (Pascal Laugier, 2008) o la curiosa La cabaña en el bosque (Cabin in the Woods, Drew Goddard, 2012). En este sentido, este espacio cerrado que supone un peligro para todos aquellos que se encuentran en su interior, intensifica el clímax de esta deliciosa pesadilla. 

Se ha definido como "Cine de sensaciones" aquel cine que intensifica las emociones de los espectadores, llevándoles en muchas ocasiones a tener reacciones tales como desmayos o sustos. Si bien Déjame Salir no provoca reacciones extremas en la audiencia, su misión de crear un sentimiento de paranoia y ansiedad se traduce como una gran virtud que no pasará desapercibida.






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