martes, 7 de noviembre de 2017

Nadie muere completamente mientras sea recordado



-       Pero, papá ¿por qué tenemos que ir a cenar al cementerio?- Pregunta la pequeña Andrea mientras su padre le abrocha los botones de su abrigo.
-       Hoy es 1 de Noviembre Andrea, como todos los años, hemos quedado con todos aquellos que nos dejaron y emprendieron su viaje con la Catrina tiempo atrás.
-       Pero si se los llevó la Catrina, ¿cómo es posible que vayan a venir a cenar con nosotros?

El Día de Muertos supone para Andrea un misterio inexplicable; a sus ocho años, la pequeña no entiende cómo es posible que aquellas personas que han muerto regresen a la vida durante una noche. Por la ventanilla del coche, Andrea observa las casas llenas de colores, iluminadas con velas y cirios, mientras los adultos pintan a los niños la cara ayudados de la suave luz de las candelas. Andrea y su padre no son los únicos que van al cementerio. Muchas otras familias se congregan alrededor de las tumbas mientras ríen y recuerdan viejas anécdotas con los muertos como protagonistas.

-       Agarra bien esta vela Andrea, que no se apague. Los muertos necesitan que una luz los guíe hasta nosotros, tienen un largo camino por recorrer. El Más Allá queda lejos de México.

Como todos los años, Andrea sujeta la vela, mientras deposita una flor de Cempasúchil en una lápida en la que se puede leer: “En memoria de Guadalupe González Canul”.

-       ¿Cómo era ella papá?
-       Era maravillosa, una mujer rebosante de vida y fuerza. No le tenía miedo a nada. Yo solía decirle que todas las revoluciones vivían en su mirada y ella las capitaneaba hasta la victoria.
-       ¿Entonces por qué se la llevó la Catrina?
- La Catrina elige a quien llevarse. Es duro, pero es así. Sin embargo, es nuestro deber recordarlos y honrarlos en un día tan especial como este; en el Día de Muertos tenemos la oportunidad de reunirnos con ellos, como si nada hubiera cambiado. Recuérdalo siempre Andrea, nadie muere completamente mientras sea recordado.

Andrea sólo la conoce por fotos, por historias y anécdotas que ha oído de su padre, de sus tíos y de sus abuelos. En su imaginación, agarra la mano de Guadalupe González Canul mientras le hace toda clase de preguntas, de esas que rondan por la cabeza los niños de ocho años: ¿por qué hay días que llueve y otros que no? ¿Acaso está Tláloc enfurecido? ¿Es México el país más grande del mundo? ¿Cuántas personas viven en la Tierra? Cuántas lenguas se hablan? Mientras Andrea fantasea en silencio, su padre comienza a sacar la cena.

-       Este año he traído mole amarillo y hojaldres campechanos, eran sus platos preferidos.
-       También son los míos.
-       Lo sé Andrea, la verdad es que os gustan las mismas cosas.

Andrea deja la vela al lado de la tumba, que alumbra el nombre esculpido en la lápida con su cálida luz. A su alrededor, otras familias realizan el mismo ritual que ella y su padre. Esta noche el cementerio es un lugar festivo, en el que sólo hay cabida para los buenos recuerdos, el calor de las velas y los manjares típicos.

-       Papá, la muerte es algo triste.  Nunca nos devuelve a las personas que se lleva. A nadie le gusta ¿Por qué están todos tan contentos?
-       A nadie le gusta la muerte, ni que lo separen de sus seres queridos. Pero en el Día de Muertos no celebramos la muerte con tristeza o dolor, sino al contrario. ¿Por qué crees que en este día las calacas aparecen ataviadas con sus mejores vestidos y con una sonrisa en sus rostros? Nos invitan a celebrar la vida. Y también a recordar a todos aquellos que no pueden disfrutar de ella, pero que nos dejaron enseñanzas que permanecerán para siempre en nosotros.
-       Y tú ¿cómo te sientes esta noche?
-       Para mí, esta es una noche especial. Es el único día del año en el que podemos estar los tres juntos. La familia al completo.
-       Pero papá ¿de verdad crees que mamá va a venir a cenar ahora con nosotros? ¿A pesar de que le hayas traído sus platos preferidos?

El padre de Andrea la mira con los ojos bañados en lágrimas. Es difícil explicarle a los niños conceptos como la muerte o la vida. La pequeña lo contempla con la mirada de alguien que tiene toda una vida por delante y un mundo entero por descubrir.

-       Cuando tu madre nos dejó, no estaba triste. Ni siquiera asustada por emprender el viaje con la Catrina. Agarraba mi mano con fuerza mientras me decía que su mayor dolor era no poder verte crecer, que esa tarea la tendría que hacer yo por los dos. Pero también me dijo que nos reuniríamos los tres todos los años, al menos una vez, una noche, sin tristezas, al calor de las velas, para degustar nuestros platos preferidos y celebrar la vida.
-       No lo entiendo papá, el Día de Muertos es un misterio para mí.
-       Lo es para todos Andrea. El mundo está todavía lleno de preguntas que esperan respuestas. Pero recuérdalo siempre hija: nadie muere completamente mientras sea recordado.












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