jueves, 9 de febrero de 2017

El hombre con la cámara: Quienes somos y hacia donde vamos

Personalmente, soy de la opinión que todo amante del séptimo arte, debe conocer y haber visto algunas de las películas más icónicas que han contribuido en la evolución del cine a lo largo de la historia. Al tener esta opinión, llegué a la conclusión de que no podía pasar ni un solo día más sin ver El Hombre con la Cámara de Dziga Vertov, uno de los directores y teóricos más importantes de la escuela soviética y creador del "cine ojo" o Cinéma Vérité. 

Vertov era un firme defensor de que nuestros ojos nos engañan y es la cámara el objeto que nos puede acercar a la realidad que no podemos ver con nuestros ojos. Poniendo en práctica esta teoría, Vertov opinaba que la cámara debía grabar todo aquello que se le pusiera delante con el fin de desenmascarar esa realidad invisible; una realidad que luego cobraría sentido gracias a las técnicas de montaje que también estudiaron los miembros de la escuela soviética, a la que pertenece Vertov.



Dziga Vertov está considerado uno de los más importantes formalistas soviéticos, pero se le ha catalogado en la rama denominada "radical", pues este teórico opinaba que las películas no debían tener un guión, sino que este se materializara en el proceso de montaje, que debía realizarse durante y después del rodaje de la película. Pionero en muchos aspectos, Dziga Vertov fue especialmente importante en el desarrollo del cine documental, de hecho, la película sobre la que quiero reflexionar está enmarcada en este género.




La esencia del cine documental reside en la exploración de un determinado campo o materia y tiene como fin mostrar al espectador una realidad desconocida o hacerle reflexionar sobre un cierto tema añadiendo nueva información. Se considera Nanook of the North o Nanuk, el esquimal el primer documental de la historia. Dirigido en 1922 por Robert Flaherty, esta película narra la vida de Nanuk, un esquimal de Quebec en Canadá, que viaja con su familia a través del norte del país. Aunque esta trama no llame la atención en pleno siglo XXI, hay que entender que estamos hablando de una película de 1922, año en el que mucha gente desconocía la existencia misma de los esquimales. La película resultó un éxito, sin embargo no ha estado exenta de polémica, pues se ha descubierto que muchas de las imágenes estaban previamente preparadas o guionizadas y que el nombre del protagonista no era ni siquiera Nanuk.



Pero volviendo a Vertov, fue este director originario de Byalistok, actual Polonia, el que rodó la película que sentó y aplicó las bases del Cinéma Vérité o cine ojo; El Hombre con la Cámara cumple todos los principios de este movimiento y sirve como testimonio de la vida en cotidiana en Kiev, Kharkov, Moscú y Odessa. Esta película de 1929 y de tan solo 67 minutos de duración, nos cuenta a través de 6 actos como las mencionadas ciudades se ponen en funcionamiento un día cualquiera. No debemos olvidar que Vertov trabajaba sin guión, por lo que todas las imágenes que vemos en la pantalla son reales, es decir, la cámara nos está contando la realidad o como diría Vertov "dejándonos ver el mundo real que nuestros ojos nos impiden ver".

Al no haber un guión, El Hombre con la Cámara  nos muestra una serie de imágenes con escasa narrativa; de esta manera, la película se perfila como una fiel representación de los años 20 en Rusia y sobre todo de las teorías de Vertov. No debemos olvidar, que fueron los teóricos rusos los que comenzaron a experimentar y a teorizar con el cinematógrafo, lo que dio lugar a las vanguardias en años posteriores, en parte gracias a la contribución de teóricos como Eisenstein, Pudovkin y por supuesto Vertov.



Muchas de las imágenes que vemos en El Hombre con la Cámara, cobran sentido y nos cuentan pequeñas historia de la vida cotidiana gracias al proceso de montaje. Vertov nos muestra muchas zonas de las mencionadas ciudades en las que se pueden leer diferentes carteles o anuncios, cuya traducción se me antoja absolutamente necesaria a la hora de visionar la película, pues el director juega con dobles sentidos haciendo uso de los carteles publicitarios que se encuentran en las calles.

A la hora de ver El Hombre con la Cámara es importante que veamos alguna de las varias versiones restauradas de la misma que circulan en el mercado, pues al tratarse de una cinta tan antigua, algunas versiones son tan solo 67 minutos de imágenes borrosas con una música de fondo, música por cierto, compuesto por el mismísimo Vertov para acompañar a la película.



 El Hombre con la Cámara es una película que todos aquellos considerados amantes del séptimo arte deben ver. Pues se trata de la semilla de la vanguardia, de la continuación de la ya extensa tradición de cine documental y sobre todo, un fiel reflejo de la sociedad rusa de los años 20, a la que merece la pena acercarse para recordar como se vivía en otros tiempos. Y es que, por algo el British Film Institute calificó El Hombre con la Cámara como la octava mejor película de la historia del cine.

Lo mejor: Todo lo explicado previamente, una pieza de arte que ningún aficionado al cine debe perder ser.

Lo peor: Ver una versión antigua y sin traducciones de los anuncios y los carteles que adornan las calles.

Nota: 10






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