sábado, 6 de mayo de 2017

A la caza del mejor Carlos Saura

Aunque se trate de una triste realidad, España nunca ha gozado de una cinematografía fuerte y sólida como puede ser el caso de Francia o Alemania. Si bien la producción de películas en España es muy bajo si lo comparamos con otros países en los que el cine representa una verdadera industria, si debemos destacar algunos directores y autores españoles que han luchado y creado películas con el objetivo de que el cine español tuviera el hueco que se merece en el mapa cinematográfico mundial.

Luis Buñuel, Fernando Fernán Gómez, Luis García Berlanga, Jose Luis Cuerda o más recientemente Alex de la Iglesia, son sólo algunos de los nombres que configuran la historia del cine español, una historia que ha sufrido muchos altibajos, especialmente si tenemos en cuenta que durante una gran parte del siglo XX España sufrió los terribles efectos de una dictadura; en periodo de penosas consecuencias para el arte en general y el cine en particular.




Junto con los nombres citados en el párrafo anterior, Carlos Saura representa sin duda otro de los grandes pilares sobre los que se mantiene el cine Español. Este director originario de Huesca tiene en su haber más de una treintena de películas, siendo uno de los autores (de los pocos que hay) más prolíficos de España, que ha gozado de reconocimiento internacional, especialmente por la que está considerada su obra más importante: La Caza. 


Rodada en 1966, momento en el que España se acerca poco a poco al ocaso de la dictadura franquista, La Caza narra la historia de tres amigos que van a cazar conejos a un pequeño paraje Toledano que fue escenario de batallas en la Guerra Civil. Cada uno de estos personajes, tiene secretos personales guardados que irán saliendo a la superficie poco a poco, dando lugar a conflictos relacionados con el oscuro pasado de España, manchado por las consecuencias de una Guerra Civil.

Si bien esta premisa puede parecer simple, Saura pone de manifiesto gracias a estos tres personajes muchas de las problemáticas de la España franquista, usando de escenario un coto de caza, lugar donde unos pocos despliegan su poder armamentístico y personal contra toda una legión de conejos que viven en estas tierras. Los cazadores disparan contra los animales sin piedad: la cámara móvil de Carlos Saura y la música de Luis de Pablo completan las crudas imágenes de las que somos testigos: unos pocos hombres sin piedad asesinando sin ningún tipo de escrúpulos a unos animales que corren para sobrevivir.

Las imágenes de estos cazadores guardan ciertas reminiscencias con los míticos westerns americanos: un grupo de hombres bajo un sol abrasador en un paraje desértico, armados con escopetas y cinturones de balas y con el ceño fruncido continuamente. Imposible no visualizar al maestro Clint Eastwood con su cigarrillo en la boca y su sombrero de cowboy americano.

En La Caza, la cámara se encuentra casi siempre en movimiento y cuando está fija, nos muestra los en primeros planos los rostros sudorosos y abrasados de los protagonistas, cuyas conversaciones están siempre cargadas de dobles sentidos y alusiones a su pasado. Unas de las escenas más interesante con una excelente fotografía de Luis Cuadrado, se produce cuando nuestros protagonistas están descansando bajo su pequeña tienda de campaña: la cámara recorre en minuciosos planos detalle la piel, los rasgos y las ropas de los protagonistas mientras escuchamos sus pensamientos más profundos y oscuros hacia sus compañeros. Saura no nos presenta personajes buenos y amables, sino que muestra el lado más turbio y crudo del ser humano; plagado de rencores, un ser humano al que su pasado no le deja avanzar y le condiciona en todo momento.



La música y el diseño de sonido de Luis de Pablo son de gran ayuda en esta película para crear el ambiente deseado: el sonido constante de las chicharras consigue despertar en el espectador el calor sofocante y continuo que sienten los protagonistas esa tarde del verano Manchego de 1966. Además, El montaje de Pablo González del Amo consigue incrementar la tensión en las escenas más dramáticas; se trata de un montaje rápido, que en algunos momentos no deja al espectador ni un segundo de respiración, especialmente en el arco final de la película.

El título originario de La Caza iba a ser La Caza del conejo, sin embargo los censores franquistas decidieron cambiarlo. El propio Carlos Saura ha manifestado que por una vez, la censura hizo algo bien, pues el nuevo título funcionaba mucho mejor con la película y con las ideas que quiere transmitir. Y es que ¿Qué es una guerra sino una caza? Sea como fuere, debemos agradecerle a Carlos Saura su aportación al cine español, un cine que no se entiende sin su filmografía, plagada de joyas, algunas de ellas un tanto olvidadas.





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